05 agosto, 2012

En ocasiones de bestial incertidumbre


En ocasiones de bestial incertidumbre
me embriago con tus besos, ilusorios,
en la mañana los veo cayendo desde el cielo,
en la tarde atravesando bosques,
y en la noche posandose sobre mis labios.
Imagino còmo me miras con serenidad
y sucumbes a mis labios, frágil.

Encuentro que la única manera
de conocer qué es mi alma,
es viéndome en el reflejo de tus ojos,
un reflejo tan trèmulo y puro
como la puesta del sol sobre el mar.

Cuando el viento me da caricias
sé que son tus manos tersas,
traídas a mi por el viento, el tiempo.
Y a pesar de que el tiempo no perdona,
tu amor por mi, si existiese,
viviria y se prolongaría eterno,
jamás serían cenizas, que lloran.

Ya recorrí millones de caminos
y no encuentro aún la cumbre
donde pernocta nuestro amor
y permanece insomne,
que clama a gritos ciegos
ser visto y rescatado, hoy.

La luna deja caer lágrimas de luz
y el sol ahora llora fuego,
son astros que miran, indignados,
cómo el destino juega con nosotros,
al ver cómo es el tiempo el que me congela
y no el frío y la lucidez de la luna;
cómo es el futuro el que me quema,
y no el corazón ni la espuma del sol.

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