26 agosto, 2012

Oda a las sombras

Teman, hombres encadenados y tristes,
como siempre han temido a lo largo de la historia,
a las sombras interminables que hay en el inframundo,
o a las que nacen gracias al fuego en el infierno,
y así podrán perder la noción y la conciencia
y luego caer a un mar de penumbra y olvido.

Hagan de su memoria y de su imaginación
los instrumentos más hirsutos y vilmente prósperos,
para que, sin demora, conquisten al miedo,
y que luego, sin tiempo ni reacción,
sucumban irremediablemente ante él,
y se conviertan en cuerpos que viven en oscuridad.

También caminen, no importa la forma ni el momento:
debajo de un faro de luz, con vela o antorcha en mano,
de día con un abrasante sol, o de noche bajo una luna visible,
 No importa, caminen bajo cualquier
forma y manifestación de luz:
¡Podrán ver cómo su alma los persigue sin cesar!

Véanse ustedes mismos, sin necesidad de espejo:
la sombra no es sino el alma que salió gracias a la luz.
Allí camina, con ustedes en todo momento,
en cualquier parte del mundo o del sueño.
No hay persona, por más bondadosa o perversa que sea
que no tenga una sombra que la cobije y la acompañe.

El insondable cuerpo de la sombra,
que iluminó hace milenios la mente de Platón
que inundó de dudas y tormentos la mente del Humano.
Percántense de la pulcritud de sus movimientos,
hasta más bellos y fugaces, que hacen ver toscos
a los del mismo cuerpo al que pertenecen.

De inmediato hay que borrar el habitual y precario pensamiento
que dicta que el alma sólo es una blanca luz.
No, pues el alma también es tinieblas, y es parca;
esto no significa que sea maligna o siniestra,
sino que puede ser luz propia que nos guía en la fantástica vida
o la oscuridad que nos arrulla en la taciturna noche.

Ahora, recomiendo ya, luego de pasado el miedo infundido,
la incertidumbre hallada y la muerte prematura,
de todo esto que han sido parte siempre,
a que amen a su sombra, sin pudor ni vergüenza,
que intenten perseguirla y abrazarla,
porque también ella se siente sola.

Lejos de todo, váyanse con su sombra, horas y hasta días,
mirándola sin descanso, y lograrán encontrarse,
y encerrarse con ustedes mismos, sin salida.
Cuando salgan por fin, vislumbrarán un mundo de sombras,
donde cada persona y ser tienen la suya,
irrepetible como la existencia, indestructible como el tiempo.










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