10 enero, 2012

A las 3 am.

La madrugada se ha convertido en mi compañera al momento de escribir, pues no sólo me alienta, sino que me relaja, me guía y me hace escribir más fácil; más aun si se trata de un escritor tan poco prolífico e ingenioso como yo. Siempre cuento con ella, sé que siempre está. La madrugada parece algo conato mientras estoy extasiado viviéndola, pero algo efímero cuando reacciono y veo el reloj. Serán las cuatro y es momento de dormir, pero, carajo, ni siquiera llamo a eso dormir; cuando me acuesto sólo pienso en la muerte, y me aterra súbitamente, más a mi edad, ¿Qué puedo hacer? La vida es corta e impredecible y la juventud caprichosa y bisoña ante la vida. Cuando me quedo dormido por fin, sueño tantas cosas que entre más parecen ser realidad menos lo son.


Además, por si no se han dado cuenta, en madrugadas como ésta es cuando me pongo a desvariar y escribir cosas como ésta.


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