11 enero, 2012

Encuentro subjetivo

 A ti, que en este justo momento eres invisible pero que existes. Existes pero estás oculta. Existes pero no me hablas, no me encuentras y no me buscas. En el mundo existes, viviendo en la parte menos pensada y jamás imaginada; y en mi mente, que pide le pide a gritos a esta absurda realidad que te traiga a mí; así, nos consumaremos y nuestro amor se irá disolviendo entre la eternidad. El mundo me grita que te busque, la historia y la gente me dice que te luche y no te deje de buscar.


Te encontraré, y mi existencia tendrá una razón primordial sobre todas las otras que me dice algo: cada día tendré un motivo para levantarme reflexionando sobre algo, que es el amor; y también cada noche tendré una justificación para dormirme sosegadamente pensando en alguien, que eres tú. Siempre estaré a tu lado y lucharé porque tú estés conmigo, hasta que la vida lo permita y hasta que el cuerpo resista.


Te besaré y sabré cuán maravillosa y perfecta eres, sabré cuánto necesito del sabor y calor de tus labios. Un sabor indescifrable y que inunda mi corazón en un dulce espeso de amor color carmesí. Cada movimiento entre nuestros labios durará cien siglos, y el amor que se derramó besándonos durará la eternidad.


Te veré a los ojos, esas circunferencias perfectas, grandes  y brillantes que tanto amo, que cuando sonríes se tornan como gotas de agua, y al instante mis lágrimas llorarán de alegría y emoción. Veo mi reflejo en ellos, veo el mundo hostil y hermoso al mismo tiempo, veo tus sentimientos brotar profusamente. Me pierdo en ellos, quedo hipnotizado. Con cada parpadeo, siento que vivo un año. Todo se vuelve lento, todo cambia, tú también cambias; con cada segundo te haces más hermosa.


Te abrazaré, con mis manos tocaré y recorreré tú tersa y curvilínea espalda; nuestras cinturas se juntarán y sentirán el fulgor de nuestros cuerpos; sentiré tus bellos y frágiles senos, sinónimos  de maternidad y pasión, los sentiré contra mi pecho, y percibiremos los latidos de nuestros corazones, que se hacen reales según el ritmo del amor.


Nuestras manos jugarán, nunca se detendrán. Acariciaré tu cabello, desenredándolo y dejando impregnado ese aroma a ti, en mis dedos temblorosos; sentiré la suavidad de tus mejillas que son tibias como la sangre; tocaré la flor con la cual das a luz y te excitas , muy despacio y cariñosamente hasta que aguantes, sin pena ni aflicción, porque no se es morboso ni pretencioso cuando hay amor puro, porque estoy tan embriagado en la miel de tu amor que el tiempo no se vive y el espacio no se siente, y lo que más deseo, por encima de todo, es tu amor.


Te susurraré al oído cuánto te quiero, te diré cuánta frase, palabra y adjetivo de belleza y perfección me venga a la mente, luego callaré, para que nuestros corazones latan en medio del silencio y así lo quiebren.


Por último, seguiré soñándote y buscándote, y cuando te encuentre a cuidarte y amarte. Hasta que la vida lo permita y hasta que el cuerpo resista.

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