15 enero, 2012

La maldición del Poeta.

Tú crees que eres distinto, porque te dicen poeta
y tienes un mundo aparte,  más allá de las estrellas.
De tanto mirar la luna, ya nada sabes mirar...
Eres como un pobre ciego, que no sabe a dónde va.
Vete a mirar los mineros, los hombres en el trigal,
y cántale a los que luchan, por un pedazo de pan...
Poeta de ciertas rimas: vete a vivir a la selva, 
y aprenderás muchas cosas, del hachero y sus miserias...
Vive junto con el pueblo; no lo mires desde afuera, 
que lo primero es el hombre, y lo segundo, poeta. [1]


La maldición del Poeta.


La maldición del poeta
es la que aqueja a todos aquellos
que hemos escrito un poema dejando
un pedazo de corazón
y una parte del alma.
Creemos que escribiendo dejaremos allí un dolor,
pero nos damos cuenta que eso sólo consigue
que aumente nuestro poder de amar.


Y cómo no pensar que es una maldición
si nos enamoramos de todo con facilidad,
como de la luna o del sol;
y cuando éstos no se ven
nos afligimos y dan ganas de llorar.
Por mucho que no se vea la lagrima 
por la mejilla resbalar lentamente
el alma está inundada entre esa agua salada
que va cargada de sentimientos
y así, se ahoga cruelmente.


Una mujer que con su amor nos atraviesa
para siempre... para siempre queda ese amor...
allí, incrustado como una preciosidad eterna.
Y por una razón del destino 
que está en complicidad con la maldición;
no son una, ni dos, sino varias mujeres
pues todas nos parecen tan hermosas
que de alguna manera cada una toma su pedazo
que le corresponde de nuestro pastel de corazón.
Y nosotros sólo podemos quedarnos inmóviles, 
permanecer estáticos, pues nuestro respeto
siempre se antepone a nuestros deseos.
Parece que hemos sido condenados a la soledad
y al silencio, y hacer de éstas
nuestras únicas compañeras...
Hasta que aparezca una sola mujer, 
que quiera aceptar absolutamente todo 
lo que habita y lo que hacemos nosotros...
...Escribir, pensar y sentir.


Cegados por el amor
y castigados por él también.
Por ser correspondido, parece ser,
sólo con el viento y la marea.


¿Nuestra manera de vivir, sentir
y expresarnos, será algo anacrónico
por culpa del esnobismo?
Dulce confusión...

¡Pero qué sería de nosotros
sino existiera esa maldición!
Estaríamos condenados a una existencia
aburrida, absurda y supremamente triste...
Aunque parezca inútil e injusta esta maldición,
nos hace ver lo que para algunos hombres 
nos podría resultar imposible:
ver lo trágico de lo bello
Y ver lo bello que puede haber en la tragedia.





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[1] Canción "El Poeta". Atahualpa Yupanqui.





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