19 junio, 2012

Poeta errante

Va el poeta errante,
andando por el pastizal,
llorando bajo inmensas
cristalinas nubes de sal.

Encima tiene un sol abrasante
que deja al mar encendido
como la sangre que se derrama
cuando al águila con fusil han abatido.

Y esa espesa sangre es
como el color de la rosa
a la que el poeta le dedica
un poema, o una oda hermosa.

¿Y por qué deja caer de sus ojos
esa agua salada sobre la arena
aquél amante y humilde poeta?
¿Cuál es su dolor o pena?


Es lo que se pregunta la luna
y las estrellas vivas y apagadas
que iluminan noches y madrugadas.

Una cosa espera aquél soñador
para su alma sensible o taciturna:
vivir mucho tiempo, colmado de amor.

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