17 de Septiembre de 2011
I: Corazón
Laten rápidamente las ventanas, y los espejos rotos son como arena del desierto abrasante, que te corta las venas del corazón. Sólo suenan, no se ven.
Todo es oscuro y un frío viento recorre este cuarto, el mundo afuera está muerto, congelado y demacrado. Lo único que corre por las venas es un miedo azul casi transparente, pero mortal.
Estoy condenado mil eternidades, a estar dentro de mí encerrado. No existe el cuerpo. El alma poco a poco se transforma en fantasmas que con el tiempo cada vez sufrirán más.
Una luna misteriosa aparece, y baja hasta mí, sólo para decirme que nunca moriré, pero que siempre estaré condenado a vivir aquí, condenado a total oscuridad y absoluta soledad, por lo menos hasta que enloquezca y deje de existir o de razonar sobre lo que nunca fui. Nunca jamás habrá un castigo peor que ese, para un hombre tan mortal como éste.
II: Mundo mental
Tu mente es un rio de ensaciones. Las sensaciones nacen y mueren en paralelo al sentimiento de existencia. Un mundo puede ser físico o ideal, y asó todo eso juega co tu mente y necesitas volverte estoico, porque siempre estrellas aquel rio contra muros de infamia e ignorancia.
La mentes varian, cambian y fluen con la humanidad, dejansose llevar a abismos oscuros donde el cuerpo desaparece y como vieja leña gastada y quemada se extingue. Tus ojos ven lo que tu mente no espera ver, y después de ver sientes lo que tus ojos no sientes.
La mente forma telarañas psíquicas que tiemblan ante el mínimo viento de despiste. Sólo tu mantienes critalina y forme aquel enredo.
Cada mente tiene un universo diferente. Cada universo es como una mente.
El sol no congela, estoy bastante seguro. Idiotas los que digan que el sol puede congelar algo, dijo un hombre –bastante testarudo y arrogante-. Llegó un viejo al que todos conocían por sabio, y le dijo:
- Pon en juego tu vida si crees y estás seguro de lo que dices.
- Está bien – replicó el hombre.
- Bien. Mañana ve al desierto a las doce del mediodía. Quédate ahí dos semanas y verás que te congelarás. Lleva el agua y la comida que necesites, pero no nada más.
- Qué idioteces dices. Lo haré, y verás la verdad.
Al otro día el hombre cumplió el trato. No se supo algo de él en esas dos semanas. Cuando el sabio fue a buscarlo, lo encontró, pero después de una gran búsqueda pues estaba bajo dos metros de arena, muerto. El sol lo mató con sus rayos. El cuerpo yacía tieso, inerte y congelado.
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