30 diciembre, 2011

Luna

Te aman, siempre te han amado hombres, mujeres y niños.

La noche siempre ha sido tenebrosa, solitaria y triste. La oscuridad de ésta nos desnuda y expone nuestros más grandes miedos y nuestros sueños destruidos. ¿Y qué clase de persona quiere eso?

La luna por siempre ha iluminado y alegrado la noche a todos. Hombres pudieron caminar tranquilos al saber que allí arriba la luna los cuidaba; las mujeres en ella encontraban consuelo y fuerza; y los niños pudieron dormir tranquilos. ¿No es increíble que en medio de algo tan taciturno y temido como la noche, aparezca algo tan bello para iluminar y abrirse paso entre la oscuridad?

Pero hoy, que no se divisa en el cielo porque parece estar triste, como humano siento un deber inmanente de acompañarla, de sonreírle como ella nos sonríe cada noche, de alegrarla como ella nos alegra cada momento.

No sé dónde está, pero sé que está en alguna parte, afligida pero con un corazón fuerte. Cierro los ojos para así recrear que estoy allí con ella, intentando abrazarla o siquiera mirarla; al cerrar los ojos, de repente me encuentro oyendo los latidos de ese corazón fuerte que palpita como las olas del mar, y que desearían tener estoicos y poetas. 

Una Luna tan linda y sagaz, 
que hacer temblar a la oscuridad es capaz.
Un corazón que, fácilmente, puede lograr 
endulzar el agua del mar.

Sólo tengo derecho de ayudarla
y me tomo la libertad,
de vez en cuando contemplarla.


La noche es bella, porque sé que estás tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario