28 diciembre, 2011

Café


Café


Como mirando a un abismo, adentramos nuestra mirada en el oscuro y líquido mundo de la taza de café, nos preguntamos qué habrá en el fondo, y nos da miedo tratar de averiguar, porque nos da miedo la oscuridad y lo desconocido; no son simples tazas de café, son recipientes que albergan una bebida deliciosa capaz de cambiar algo tan profundo, inexplicable y complejo como nuestra sonrisa o como nuestra mirada.


Quedamos absortos al observar las pequeñas boronas de café que nadan entre la bebida, que pareciera flotan por sus vidas y sólo buscan la luz. El vapor que gira hasta el cielo, danzando en círculos y espirales, entremezclándose, cambiando, transformándose en figuras abstractas llenas de pasión, como una mujer que danza bajo el arrullo de la luna y al ritmo del silencio.


Pero qué caliente está. Me quema los labios, igual que un beso ausente; me nubla y me cristaliza la mirada, igual que el hermoso paisaje que es tu cuerpo. Tengo que esperar, esperar que el tiempo - que se torna lento - y el espacio - que se vuelve frío - hagan su trabajo y enfríen el café. 


Uso tres cucharadas de azúcar, y espero. Mientras, veo cómo algo que parece tan simple como lo es - a veces - el vapor , logra lo que el hombre ha deseado siempre pero nunca ha podido: volar e ir hasta el cielo y desaparecer tiernamente entre el viento y las nubes; cambiar su forma y danzar y moverse como el agua turbulenta; ser en unos segundos lo que nunca será quizá en toda su vida... ser algo espontáneo y poco duradero, pero siendo feliz y majestuoso.


Tomando café, miro el cielo y sé que de día y de noche, en el cielo, se esconden los secretos jamás revelados al hombre y lo que todos desean. 


Califiquen este texto y hablen de mí como quieran: tonto, absurdo, banal y hasta pobre, pero en el fondo espero que sepan que no hay nada más tonto, absurdo, banal y pobre, que dejar que la vida pase como si nada, que condenarnos a la monotonía y robarnos nosotros mismos el privilegio de admirar las cosas más pequeñas pero más complejas y hermosas que existen y, como humanos que somos, que debemos explorar, vivir, sentir esas cosas. Cosas maravillosas, desde mirar cómo trabaja una hormiga sin descanso o describir una taza de café, hasta tratar de descubrir que hay más allá, en eso que llamamos universo.

Para dejar huella en la tierra sólo hay que sentir su aroma, pisarla, vivirla, defenderla y valorarla.


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