15 abril, 2012

Las gotas no mueren


Las gotas no mueren.


"Tristes gotas, redondas inocentes gotas,
adiós gotas... adiós" J.C. 



En esta ciudad los días son calurosos
y todos caminan rápido a sus casas;
nadie se detiene a mirar el cielo
y menos a detallar el horizonte.
El ruido de los pasos y las miradas
es tan fuerte como el de las plazas.

Todos con la cabeza agachada
mirando sus pasos pero no su camino…
Y ahora la lluvia cae, y todos buscan refugio,
pero nadie se detiene a contemplar las nubes.
-Pobres… Quizá allí encontrarían su destino
y olvidarían sus banales penas de amores-

Y ríos de agua de lluvia van por las calles
limpiando toda la mugre de la ciudad
Caen truenos y potentes torrentes.
Y así, la naturaleza nos hace ver
que su amor y poder es incomparable.
¡Somos sus hijos, no sus asesinos!

¡Cómo brillan las plantas
cuando tienen gotas sobre sus hojas!
¡Qué rico huele la tierra!
cuando está húmeda,
como cuando tus ojos
lloran por él o la recuerdan a ella.

Esos charcos de agua emiten el reflejo
de la mirada de la gente llena de anhelo
ése que ha sido roto por el tiempo,
pero que aún roto no muere jamás.
Y el cielo llora,
de alegría o emoción…

Y ahora de nuevo sale el sol
y su luz recae sobre lo que quedó,
de unas horas lluviosas,
de personas quejambrosas
de cortinas de agua esplendorosas
de miradas encantadoras.

Y lentamente desaparecen
los rastros de lo que aconteció,
pero no te preocupes
pues las gotas no mueren:
también van al cielo
para luego volver en otra lluvia
y empapar el mundo entero.

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